El presidente de los empresarios chinos en Madrid, Chen Shengli, en el Ritz.
El presidente de los empresarios chinos en Madrid, Chen Shengli, en el Ritz. EDP

La fascinación de los chinos por los alimentos españoles se ha convertido en una fuente de negocio para Weiwei Pan, una empresaria de 33 años que lleva una década en Madrid y ha comenzado a exportar a su país productos ibéricos. «Estamos creciendo. Desde enero he enviado 30 o 40 contenedores», dice Pan, que ve cómo su empresa, abierta hace un año y medio, ha florecido al calor de la globalización: acaba de trasladarse desde la Gran Vía a un local más grande en el barrio de Lavapiés. Firmas importadoras regentadas por orientales, tradicionalmente dedicados a la venta mayorista, están haciendo lo mismo.

Se suman así a un negocio que ha avanzado en los últimos años: las exportaciones madrileñas de jamón, vino y aceite a China crecieron entre 2010 y 2015 de 1,7 a 8,9 millones de euros, un 408%, y suponen el 78% de las ventas agroalimentarias de la Comunidad a este país, según los datos del Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX). «La comunidad china en Madrid es un portal de entrada para dar a conocer al mercado de mi país los productos españoles», afirma la empresaria.

«Ahora hay una posibilidad muy buena, porque allí la clase media está creciendo y hay un nicho de mercado gigante«, afirma Chen Shengli, el presidente de la Asociación de Empresarios y Comerciantes Chinos en España (Acechie), que habla de 200 a 300 millones de consumidores con poder adquisitivo suficiente como para adquirir lo que considera como productos «muy apreciados», que allí se asimilan a alimentos gourmet. «Las importaciones se consideran un lujo por las garantías de seguridad que ofrecen, sobre todo en el sector alimentario», explica Pan, que opera desde Madrid pero compra la mercancía a bodegas de Castilla-La Mancha y a empresas cárnicas de Salamanca.

Antonio Zhou, de 18 años, es un «chiñol«. Ha nacido en España pero su familia, junto a la que regenta una empresa exportadora en el barrio de Usera, es de origen chino. «En mi país ahora está de moda regalarse jamón, vino o aceite entre amigos o por el cumpleaños», afirma Zhou. Pese a que, según la fundación Orient, «no hay cifras oficiales» de este tipo de empresarios en Madrid, porque la estadística no discrimina por nacionalidad, Julia Zhang, la presidenta de este organismo dedicado a potenciar las inversiones asiáticas en España, confirma que forman parte de una tendencia creciente.

La comunidad china, ya la tercera extranjera más numerosa de Madrid con 51.835 habitantes —según el INE—, se ha arremolinado en los últimos años en torno a dos núcleos: el barrio de Usera, donde viven 7.217 personas —de acuerdo con los datos del Ayuntamiento—, y el polígono industrial de Cobo Calleja (Fuenlabrada), dedicado casi en exclusiva a la que ha sido la actividad principal del colectivo: el comercio de ropa y artículos de bazar importados.

Un negocio que ahora, en paralelo al auge exportador, da síntomas de agotamiento según el presidente de la Acechie. «En su momento, Tirso de Molina y Lavapiés estaban llenos de comerciantes. Desde hace tres años para acá, han cerrado 100 o 200, ya no queda apenas nada y muchos han regresado a China», dice Shengli, que achaca el declive a la crisis española y a un cambio estructural desencadenado a 9.000 kilómetros: «Antes mi país era un fabricante para el mundo por los bajos costes de producción, ahora el Gobierno quiere basar el crecimiento de la economía en el mercado interno», explica este empresario, de 44 años, para quien la subida de los salarios mínimos en su nación está provocando que algunos mayoristas en España cambien su negocio tradicional: de la importación de artículos ya no tan baratos a la exportación al país asiático de productos con mayor valor añadido, como el jamón o el vino españoles.

«Los que exportan ya no están en Cobo Calleja», dice Anna Lin, de 30 años, que lleva con su familia un comercio mayorista en este polígono de Fuenlabrada (Madrid) y se lamenta de que las ventas «están muy mal desde hace 10 años» porque «la gente no tiene dinero». Lin se refiere a que el nuevo perfil de empresario ya no necesita establecerse en este centro logístico de 162 hectáreas, considerado el mayor centro de distribución en Europa de productos procedentes de China con alrededor de 370 almacenes. En Cobo Calleja sí hay, no obstante, al menos cinco empresas de exportación de productos españoles llevadas por orientales, pero ninguno quiere hacer comentarios.

La crisis, acicate de la inversión

La crisis económica ha espoleado la inversión china en España, según Shengli, que cuenta cómo los inversores de su país se sorprenden porque los costes de producción en la península ibérica son menores en algunos sectores que en China. El propio Shengli, que regenta una empresa de materiales para baños, ha dejado de comprar en su país la mitad de la mercancía para hacerlo en España porque, dice, «sale más rentable». La inversión bruta procedente del país asiático creció entre 2012 y 2014 un 142% en la Comunidad de Madrid y pasó de 129 a 313 millones de euros, según la consultora Deloitte.

Hay inversores chinos que vienen a comprar empresas españolas que estén en dificultades financieras

CARLOS M. GARCÍA, GERENTE DE EMBUTIDOS FERMÍN

El paradigma de este flujo de capital oriental en Madrid ha sido el histórico edificio España, que pasó a manos chinas en junio de 2014 cuando el grupo Wanda lo adquirió por 265 millones de euros. El mismo grupo se hizo en enero de 2015 con una participación de un 20% del club Atlético de Madrid (45 millones de euros). «Hay inversores de allí que vienen a comprar empresas españolas que estén en dificultades financieras o que estén cerradas», asegura Carlos M. García, el gerente de exportaciones para Asia-Pacífico de Embutidos Fermín, una empresa que entró en China en 2009. García proporcionó recientemente datos de sociedades españolas a un cliente oriental que buscaba una empresa con matadero en venta. «Vienen para montar una empresa en España, aprovechar el know-how y enviar ese mismo producto que se produce aquí de una manera más competitiva», dice este gerente de 32 años, que fue representante de la Cámara de Comercio de España en Pekín (China) en 2011.

García pone como ejemplo al grupo Changyu, el mayor productor de vino del país oriental, que se estableció en La Rioja en agosto de 2015 tras comprar la bodega Marqués del Atrio por 35 millones de euros. «Es un fenómeno que va a aumentar, así que van a ser competencia», asegura el exportador, que cree que los chinos se han dado cuenta del potencial que tienen en su país productos agroalimentarios europeos de calidad media-alta «como el aceite y el jamón en España, el prosciutto en Italia o el vino y el queso en Francia». «Un Mercadona en China sería casi como un supermercado gourmet en Madrid. Prácticamente cualquier producto que venga de Europa allí lo es».

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