Hace pocos días el periódico alemán Süeddeutsche Zeitung publicaba un durísimo reportaje en el que se criticaba a la industria de la carne y embutidos ibéricos por, supuestamente, “dar gato por liebre” en aquellas piezas que se comercializan fuera de nuestro país.
Titulado Obscenidad con el ibérico, el corresponsal en España de dicho medio de comunicación no duda en hablar de fraude masivo, ya que según los datos del reportaje, el 90% de las piezas de jamón que se venden como ibérico en el extranjero no lo son. Un fraude, que según el periódico alemán, estaría respaldado por una normativa muy permisiva con el cruce de razas y el etiquetado de los jamones.
El reportaje de este periódico alemán habla de fraude masivo
Desde que entró en vigor la nueva normativa de etiquetado por colores, en 2014, los enfrentamientos entre las diferentes zonas productoras de jamón ibérico no han dejado de crecer. El problema –denuncia el artículo– es que la ley permite denominar ibérico a cerdos que en realidad sólo lo son en un 50%, puesto que son fruto del cruce de la raza ibérica con la Duroc.
Algo que, aunque debería reflejarse en el color del etiquetado de las piezas, no acaba de convencer. Dentro del jamón ibérico de bellota la norma incorpora una distinción según si el animal es puro ibérico 100% o ibérico en más del el 50%, a los que cuelga los precintos negro y rojo respectivamente.
Se considera también jamón ibérico (con precinto verde) el de cerdos que campan a sus anchas pero no se alimentan con bellota. Y lo es también (precinto blanco) el que procede de cerdo estabulado, catalogado ahora de cebo y conocido en el sector como de rejilla, en alusión a la trama metálica por la que se evacuan sus deposiciones, y que vive en cebaderos que, según la norma, deben medir dos metros cuadrados (se amplía el espacio) para animales de 110 kilos.
También se critica en el reportaje –que ha tenido una notable repercusión en los medios de comunicación alemanes–, la alimentación de los cerdos, ya que según la investigación del periodista, no hay bellotas suficientes para alimentar durante la montanera (momento en el que el animal pasta en la dehesa para su engorde) a todos los cerdos que luego se comercializan como ibérico.
El problema –señala el artículo citando fuentes de la Universidad de Córdoba– es que ya se ha detectado el uso de piensos que imitan los ácidos grasos presentes en las bellotas. Y este tipo de alimentación, aunque mucho más económica y sencilla, podría acabar con el sello de identidad del cerdo de raza ibérica; añade el reportaje.
La nueva normativa de etiquetado por colores que entró en vigor en 2014 no acaba de convencer”